Vivimos en un mundo en el que todo se transmite. Hasta la tontería. Se contagia todo. Las bocas ya no saben
a primavera. Somos capaces de declarar nuestra imbecilidad por unos tuits de gloria, o unos likes o unas visitas y tal. Morimos y nacemos en las redes sociales una y otra vez.
A veces me da la sensación que el propio mundo quiere saltar en paracaídas para poder escapar a otro universo. A veces me dan ganas de desconocer a la raza humana y de vivir las memorias que nunca llegarán. A veces el mundo da heces. Tenían que llevar el powerbalance.
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