Los meses, los días, las horas, los segundos descapotables son los que despeinan, son los que te hacen feliz.
Dejar que una carretera te conduzca, te despeina y te hace feliz. Asomarte al fondo de una montaña rusa. Saltar sobre la cama. Asomarse al fondo de un acantilado. Bajar un tobogán. Correr en el parque y derrapar con las hojas. Hacer el amor. Despeinar palmeras. Surfear las horas. Atrapar el viento con tus manos. Saborear la brisa. Navegar por esos mares cuadrados. El vértigo mental. Una pelea de almohadas. Correr tras las pompas de jabón. Tirarte del trampolín. Bajar la ventanilla una vez más que el frescor toca la puerta para poder entrar. Dormir una siesta. Escuchar a la tarde roncar. Dejar que la bicicleta sea feliz. Refrescar tu mente con las palabras pájaro. Estirar el cerebro. Matar una madrugada. Contemplar esos amaneceres de ojos alegres. Dejar que te salgan branquias. Bailar con los colores. Bailar. Y bailar. Salir corriendo como si hubieras robado algo. Dejar que te busquen en el aire. Carretera para dos en descapotable.
Está claro, lo que despeina te hace feliz.