Balones que traspasan fronteras, países, desigualdades e injusticias.
Llamadas que llegan a donde nadie antes ha llegado.
Únete al equipo y defendamos entre todos el allanamiento de fronteras y el derrumbe de muros.
Ayúdanos a lanzar un mensaje al mundo de la mano de los móviles Wiko.
La próxima frontera la abrirás tú.
Y es que hay otro camino, y el reto #FútbolSinFronteras, así lo demuestra. El camino de cambiar las normas del juego por los que se la juegan por cambiar de vida.
Esta es la última idea Wiko en la que hemos tenido la grandísima suerte de poder trabajar y ayudar junto al Eibar y las asociaciones Koloreak Haizean y Hotz Zarautz.
Cambiamos las normas del fútbol en el partido Wiko-SDEibar vs Fronteras por un día.
Un reto para los jugadores Yoel, Lejeune y Junca de cambiar las vidas de Ola, Abd y Jad.
Cuanto más lejos lleguemos con los lanzamientos del balón, si traspasamos las fronteras de Ipurua mayor será la repercusión de la acción y ayuda destinada a la familia protagonista de esta historia. La familia de Abd tomará el testigo y llevará uno de esos balones hasta Grecia este verano a un campo de refugiados para seguir pasando la bola. Los seguidores del club, fans de la marca y los medios de comunicación han tenido la oportunidad de probar el reto y de compartir el vídeo en los muros de las redes sociales para que los únicos muros que existan sean esos, los de las redes sociales.
Ahora, tú tienes la oportunidad de sacarte en este partido un ticket hacia ser un ser más humano.
Yo elijo.
Yo elijo mi banco. Yo elijo mi coche. Y las marcas que me visten y la tecnología que necesito.
Yo elijo el medio de comunicación mediatizado para informarme cada día de lo que no pasa en el mundo. Yo accedo a las redes sociales de mi preferencia cuando quiero y no cuando quieren ellos mediante mil trucos psicológicos. No.
Yo elijo a qué pantalla me quedo pegado todo el día, cuándo me conecto y cuándo me vuelvo a conectar. Yo elijo el scroll que hago, los likes que doy, la procastinación que haga o deje de hacer, lo que comparta o deje de compartir. Yo elijo el reloj con el que soy dueño de mi tiempo o los zapatos o la chaqueta que yo realmente quiero comprarme. Yo elijo el móvil que quiero.
Yo elijo esa realidad lejana y ya puedo fantasear e idear y vivir en ella. Yo elijo sin que yo mismo tenga que elegir. Yo elijo sin que yo mismo me de cuenta de que estoy fantaseando y viviendo esa otra vida.
Yo elijo, elegirme a ti mismo.
Yo elijo el medio de comunicación mediatizado para informarme cada día de lo que no pasa en el mundo. Yo accedo a las redes sociales de mi preferencia cuando quiero y no cuando quieren ellos mediante mil trucos psicológicos. No.
Yo elijo a qué pantalla me quedo pegado todo el día, cuándo me conecto y cuándo me vuelvo a conectar. Yo elijo el scroll que hago, los likes que doy, la procastinación que haga o deje de hacer, lo que comparta o deje de compartir. Yo elijo el reloj con el que soy dueño de mi tiempo o los zapatos o la chaqueta que yo realmente quiero comprarme. Yo elijo el móvil que quiero.
Yo elijo esa realidad lejana y ya puedo fantasear e idear y vivir en ella. Yo elijo sin que yo mismo tenga que elegir. Yo elijo sin que yo mismo me de cuenta de que estoy fantaseando y viviendo esa otra vida.
Yo elijo, elegirme a ti mismo.
Los pares contaminan más
Ya lo sabemos. Las matrículas pares contaminan más. Los décimos de la Lotería pares huelen mal. Empezar una guerra en día par deja un mayor rastro de sangre. Si publican los datos de inflación en mes par la inflación se dispara. El Brexit se decidió en día par y Donald Trump salió elegido con un número de votos pares. Lo mismo que pactar una tregua en Siria mejor lo hacemos en día impar. Mejor trillizos que gemelos. Atentos a las estrellas que han caído en el 2016, si hubieran esperado al 2017 que es impar... salvados. No comiences a ir al gimnasio en día par. Tampoco la dieta o el dejar de fumar. Tampoco crees un robot poeta en día par. No juegues nunca al pares y nones en día par. Al nones y nones. Los partidos ya no serán partidos si no impartidos. Y no vaya a ser que nos cojan con las manos llenas de pares y pares de billetes. Mejor uno que dos móviles. Mejor uno que dos coches. Mejor trece uvas que doce y, ya puestos, mejor trece o quince campanadas que doce y cambiamos los cuartos por los tercios. Y ni se te ocurra zampar, dopar, destripar, capar, tapar, usurpar discrepar con lo que aquí decimos que son verbos acabados en par que contaminan más. Menos mal que al año comienza a circular en día uno. ¡Feliz navipar!
Tus noventa minutos de fama
Tu viaje al paraíso de la fama subido a una camiseta. Esa camiseta que se encoge ante tanta emoción. Emoción que hace que las palabras se queden mudas.
Salen al campo los hechos. Y corren y como corren. Sudan tinta. Esa tinta que no quiere dormir en su frasco y se derrama por los periódicos y redacciones de unos cuantos medios de comunicación que como nosotros celebran la última idea de Wiko.
La conexión con el lado más emotivo de la Navidad. Los 90 minutos de fama de un pequeño negocio en el último partido del año en el Benito Villamarín. Una idea muy real en estos tiempos de pura magia.
Gracias a Wiko por aprobar ideas nada publicitarias y todo contenido que al final han hecho que consigamos toda la publicidad con la que nunca habríamos soñado.
#SéPatrocinadordeTuSueño
¡¡Vista una vaca pastando en un campo de fútbol!!
Para contárselo a todo el mundo. Para que te crezcan los ojos. Y las ideas.
Conseguimos hacer que una vaca pastará en Ipurua. Le pusimos el himno. La cuidamos con las bufandas. La jaleamos sin cesar en sus carreras por la banda. Todo lo posible para producir el ingrediente secreto que permitiera al Eibar esta temporada armarse de la energía de la que beben los smartphones Wiko.
Una idea con label. Un producto con ADN Wiko. Continente y contenido. Storymaking.
La leche copylotar a la vaca más famosa de La Liga.
Gracias al equipazo de Wiko, a la SD Eibar y a sus jugadores por hacer realidad lo que pastaba por nuestra mente.
¿Y si un día el bús del Betis te recoge en el cole por sorpresa?
Le salen manos a mis ojos. Y los ojos crecen. La saliva también. Transmutamos lo trivial en algo extraordinario. Soltamos un hurra por lo ordinario. Alegramos el día a la alegría. Y a un centenar de niños. Una vez más los copylotos hemos decidido cambiar las normas del juego junto a Wiko y el Betis.
¿Y si un día el autobús de tu equipo te va a recoger al cole por sorpresa?
¿Y si un día el autobús de tu equipo te va a recoger al cole por sorpresa?
Nací extranjero.
Y de repente tu país se convirtió en un país extranjero donde ya nadie tenía la necesidad de huir o volver a casa. Mi nacionalidad ya no es un lugar, es donde está su cuerpo. Mi patria son tus ojos. Ojos que vieron como vendíamos los DNIs. Ojos que vieron como soldamos la tierra con el cielo. El súper continente Pangea resucitado.
Y ya nunca más hubo distinción ni de color, ni de raza, ni de huellas dactilares. Nacimos todos extranjeros. Dentro de una torre de Babel. En el que ya nadie hablaba en el lenguaje del dinero. En ese guión que un día escribieron en los Babeles de Panamá. Donde del refugiado era el dinero. Ese dinero que no tenían los refugiados para dejar de ser ilegales. Ese dinero que sí tuvo la legitimidad de Europa para construir las puertas al mar. Para levantar esos frontones en los que la dialéctica y la geopolítica jugaban un partido interminable.
Y de repente tu país se convirtió en un país extranjero donde ya nadie tenía la necesidad de huir o volver a casa.
Y ya nunca más hubo distinción ni de color, ni de raza, ni de huellas dactilares. Nacimos todos extranjeros. Dentro de una torre de Babel. En el que ya nadie hablaba en el lenguaje del dinero. En ese guión que un día escribieron en los Babeles de Panamá. Donde del refugiado era el dinero. Ese dinero que no tenían los refugiados para dejar de ser ilegales. Ese dinero que sí tuvo la legitimidad de Europa para construir las puertas al mar. Para levantar esos frontones en los que la dialéctica y la geopolítica jugaban un partido interminable.
Y de repente tu país se convirtió en un país extranjero donde ya nadie tenía la necesidad de huir o volver a casa.
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