No te asustes. Si estás aquí es probablemente porque te ha llamado la atención el titular.
Y es cierto. El caso de Ébola en España es la mejor campaña de publicidad para que nos fijemos de una vez en los problemas del tercer mundo. Es una desgracia, sí, pero por lo menos sirve para que pongamos el foco en un problema que de otra manera no hubiera sido fácil mirar. Derrotas que son victoria. Esperemos.
Es triste tener que poner el foco sobre los problemas cuando, o nos tocan el bolsillo, o nos toca en primera persona. En este caso, los dos. El Ébola sirve para que intentemos erradicar de una vez un problema con un punto de origen claro.
Podría ser la típica historia que se cuela por el hueco y vuelve a empezar. Es el érase dos veces un problema. Es el cuento que hoy os contamos porque puede que no haya mañana. Ese mañana que es hoy. Ese hoy en el que la política ha dejado de ser política.
Cuando los políticos se preocupan más del marketing. Cuando las ideas suben de temperatura hasta los 38,6 grados y pueden herir de muerte. La fiebre por la forma y no por el fondo de las cuestiones. Es la historia de cientos de espadas Excalibur recortando presupuestos en sanidad. Es la lamentable historia de esas mismas espadas acabando con la vida de un pobre perro que respondía al nombre de Excalibur.
Huele a apocalipsis.
Vemos una fila india de cuarenta y pico millones de españoles saliendo uno a uno del país. Vemos ese conjuro firmado por los de arriba para no mirar hasta que desaparezcan los problemas. Y después de mucho no mirar tendrán que preguntar al cadaver de alado si todavía el virus sigue ahí.
Y en este país seguimos inmunes a virus que son realmente letales.
El Ébola, esa gran campaña de publicidad que no es publicidad y que está pasando en el primer mundo para así y de una vez por todas nos fijemos en los problemas del tercer mundo.